Pocos meses después de comenzar a sentirse fatigado y de detectar que sufría alteraciones de la piel y dificultades para tragar y respirar, el pintor Paul Klee, recibió su diagnóstico. Padecía Esclerodermia, una enfermedad rara autoinmune que sufren más de dos millones de personas en el mundo y que puede resultar incapacitante. Comienza con un endurecimiento de la piel que puede afectar a otros órgano como el corazón, los pulmones, e, incluso, el intestino.
Paul Klee, falleció a causa de la enfermedad un 29 de junio y, desde entonces, esa es la fecha que se consagra a reclamar mayor visibilidad para la Esclerodermia, que aún no tiene cura, aunque las terapias actuales han conseguido aumentar la calidad y la esperanza de vida de quienes la padecen.
